Hice un viaje a Corea en 2018.
Tenía planes bien locos, había estado estudiando chino y me iba a ir a China a enseñar inglés c: boleto de salida… Febrero 2020 y…. Llegó la pandemia. Entonces andaba por aquí en Mexico porque una semana antes de irme se cancelaron los vuelos. Y después todo el mundo colapsó 🗺
En mi mente yo tenia ya un plan para unos cinco años porque no me gusta no saber que pasará: enseñar 1 o 2 años inglés, ahorrar dinero y pagarme un programa de idiomas en alguna escuela de japonés en Japón y después estudiar para una maestría en Traducción o en literatura allá. Me sentía muy tranquila de saber qué iba a pasar en mi vida, y cuando todo cerró y se detuvo no tuve más que enfrentarme a dejar que las cosas fluyeran, y en el encierro y la soledad tuve que enfrentarme igual un montón a cosas que no quería –ir a terapia ajaja thanks– y tambien a sentir que de repente todo paro, que yo “dejé de avanzar”, sentirme atrapada, no sé, sentimientos muy extraños.
Con todo, ese sentirme atrapada creo que me ayudo y me impulsó mucho a, aún en una pandemia y en un momento de crisis, buscar mi independencia –física, emocional, económica.
Fue un proceso abrumador, desgastante… fue también descubrir cosas totalmente desconocidas para mi como preocuparme por alguien más que no fuera yo, compartir, saber que no todo lo tengo que enfrentar yo sola… a unos días de mudarme de casa de mis papás para vivir con mi novio, pienso que todo pasó como tenía que pasar. A pesar de todo logré proyectos muy bonitos en todo este tiempo de incertidumbre (aunque sufrí bastante en el proceso), empecé una maestría en Mexico (qué incluye dos horas diarias de estudio de japonés lo que me hace suuuuper feliz), me conocí mas, creo que voy reconciliándome con el pasado y, como por arte de magia, llegó a mis manos un libro que me dio un último empujón —porque buscar tu libertad tan cerca de aquellos que quisieran tenerte siempre en su jaulita, por más cómoda que sea, es más difícil que buscarla cuando hay un mar de por medio— El invencible verano de Liliana.
El espíritu libre de Lili, que dormía en un colchón en un cuarto en la calle de Mimosas, me contagió su entusiasmo, su resolución, no sé. Creo que es un libro que habla sobre la libertad, sobre qué necesaria es, y sobre cierto tipo de felicidad que solo se puede encontrar con ella.
¡Así que hacía la libertad voy!
En ese camino, hoy me he cruzado con un poquito de nostalgia por la Eloísa del 2016, sobretodo la del 2017… agradecida de los viajes y las amigas, todos los kilómetros que me dejaron comprenderme más, buscarme más: de mis errors también, de mis desvelos… siento nostalgia y amor por la Eloísa que se fue a Corea, la que siempre buscó el amor, la que se atrevió a cuestionarlo; la que amo la soledad y si amó a sí misma y más que a nadie en ella… pese a todo, Eloísa tiene mucha fortaleza en su corazón… si un día alguien me debe recordar, ojalá que sea así.
Tal vez es hoy el día que la crisálida ha madurado y puede salir del capullo. Falta extender las alas y ver todo lo que aprenderá la mariposa en el vuelo.
Amo todo lo que me dio la vida, amo la forma en la que me lo dio, amo el coraje de mi corazón.